Subo al vagón del metro y, ahora que porteo un bebé, casi siempre me siento. Los menos, están enfrascados en un libro; los más, lo están en el teléfono móvil. Unos pocos van hablando y el resto, queramos o no, podemos oír su conversación.
Confieso que, si no soy de los menos, me gusta jugar a imaginar la vida de cualquiera de aquéllos: los anónimos. Su fisonomía, estética, dicción, vocabulario, expresión corporal,... Todo me anima a dibujar, mentalmente, su discurrir diario. Es probable que no me acerque mucho a su realidad... Tampoco lo persigo. Puede ser que caiga en estereotipos o quizás en excentricidades. Qué más da!
Para mi lo interesante es que me ejercito en creación literaria, construyendo mini-relatos. Y, éstos cumplen una doble función: creativa y psicológica, en cuanto me ayudan a desarrollar la imaginación y a acercarme un poco más a la especie humana.