viernes, 25 de octubre de 2013

Casualidades las justas...


Cuando mi hija mayor nació estuvo en la incubadora 24 horas. Un año después, ese misma día, pedía  con una amigdalitis, los brazos que aquel primer día estrenado no pudo tener.

Cuando me realizaron una prueba médica en verano, me prohibieron la lactancia las primeras 24 horas (que por cierto, fue una indicación médica incorrecta). Llantos, desazón... Tres meses después, la noche anterior a la repetición de la misma prueba médica, me encuentro con una obstrucción de un conducto en el pecho izquierdo.

¿Casualidades? Las justas. O al menos cada vez lo creo más así. 
Dos simples ejemplos pero es que cada vez siento más, que la enfermedad es vía de expresión de las emociones.

jueves, 17 de octubre de 2013

No soy la madre que fuí...


No soy la madre que fui y tampoco soy la madre que seré. Miro ayer, antes de ayer...  y siento algunos "aciertos" pero sobre todo siento equivocaciones. Pero, hoy, he decidido no dejar espacio para la culpa, que antes enfocaba hacia mi persona y no me permitía dar pasos. Ahora reconozco que el foco de atención no tengo que ser yo, sino ELLAS, mis niñas, y esa toma de conciencia me abre a una crianza nueva, a estrenar cada día.

Me siento llamada a ilustrarme como la mamá que quiero ser para y con cada una de mis hijas. Una ilustración que dibujaré y borraré una y otra vez, un día y el siguiente también.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Mi infancia sabe, huele, suena...










MI INFANCIA SABE A...
... desayunos de pan frito que mi madre preparaba en la sartén cada domingo.
... almuerzos de cocido castellano cada sábado en casa de mis tíos y mis primas.
... meriendas de bocadillos de chorizo con las tripas que cada invierno mi abuela afanosamente embutía.
... cenas estivales con tortilla de patatas y pimientos fritos, en el campo y con la familia.
... postres caseros dominicales: flan de huevo, arroz con leche, natillas, peras al vino, rosquillas fritas...

MI INFANCIA HUELE A...
... sótano donde guardábamos las bicis y la tienda de campaña.
... muñeca nueva, recién estrenada.
... jabones pequeños, que  coleccionaba, en una caja de cartón, bajo mi cama.
... leña en la chimenea de la casa del pueblo para calentar las mañanas frías y el puchero de alubias.
... cántaro de barro donde echábamos el agua de la fuente para beber.
... practicante, donde mensualmente me llevaban a pincharme el antibiótico.

MI INFANCIA SUENA A...
... "Los Porretas", la radionovela, que cada mañana escuchaba con mi madre antes de marchar al colegio.
... "It's raining again" de Supertramp, que se escuchaba en el radiocasete de casa, a partir de que a mi adolescente hermana le regalaran la cinta.
... canciones de saltar a la goma, con las amigas, en las aceras de la calle o en el patio del colegio.
... tablas de multiplicar que repetíamos los compañeros del clase, una y otra vez.
... los siete cabritillos y el lobo, cenicienta, el enano saltarín y otros cuentos de un pequeño libro: "Los Miniclásicos".

MI INFANCIA MIRA...
... Barrio Sésamo, La Bola de Cristal y Tocata.
... las manos de mi madre tejiendo con agujas y lanas de colores.
... filmaciones cortas en una pantalla blanca en el salón de casa, realizadas por mi padre con el tomavistas.
... las azules piezas del cielo de un puzzle con el que jugaba una y otra vez a colocarlas en su lugar correspondiente.
... el bullicioso patio de mi colegio, desde la terraza de casa, cuando los compañeros salen al recreo mientras yo me recupero, de nuevo, de anginas.

MI INFANCIA SIENTE...
... las duras teclas de una máquina de escribir Olivetti, tratando de memorizar sus filas de letras.
... las madejas de lana devanándolas para convertirlas en ovillos.
... la masa de rosquillas, jugando a elaborar formas, números, letras que después freiría mi madre.
... una banqueta de la cocina puesta boca abajo a modo de carricoche donde llevar a los muñecos.
... la segueta y los pelos para cortar madera para una manualidad del colegio.






jueves, 3 de octubre de 2013

Necesité...


Necesité ser madre para acariciar la poesía...
Necesité abandonar la escuela para saborear los aprendizajes...
Necesité una enfermedad para acunar mis emociones...
Necesité  distancia para sumergirme en mi familia...
Necesité los cuentos para despertar la imaginación...
Necesité la crianza para bucear en mis sombras...
Necesité sonrisas para soñar otros mundos...
Necesité una tribu para pasear por las preguntas...

NECESITÉ, NECESITO Y NECESITARÉ...

martes, 1 de octubre de 2013

Un poco de absurdo...


No son las manos: son tus manecillas.
No son los primeros: son tus segundos.
No son "tunutos": son tus minutos.
No son (h)aros: son tus horas.
       ¿Quién es?
Pues, no hay que estar de mal jerol
para adivinar que es un reloj.