Hoy sé que me he confundido. También lo supe ayer y antes de ayer y ... Llega la noche, el silencio... Y entonces me asomo a la ventana de mi alma y veo las palabras que le he dicho a mi hija cuando ella expresaba su enfado porque a su hermana mayor se le hubiera caído un diente de leche. En lugar de reconocer su sentimiento, una vez más me he confundido y he vuelto a tratar de taparlo, esconderlo, ignorarlo, aminorarlo. Una vez más.
Sé perfectamente que es fundamental validar los sentimientos, pero a la hora de la verdad, pocas veces me sale porque no es cuestión de saber, es cuestión de hacer. Necesito comprometerme en esta actitud, por mi hija mediana, por mi, por nuestra familia, por su futura familia, por el mundo... Para poder asomarse a la ventana del alma y contemplar la belleza... o al menos el camino para alcanzarla.
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