jueves, 30 de enero de 2014

Abrazos...


Dos círculos concéntricos de hombres y mujeres de diferentes edades, enfrentados cara a cara. El círculo interior permanecía quieto y era el exterior el que avanzaba para colocar a una nueva persona delante. Un hombre, fuera del círculo hablaba e indicaba a las  parejas, formadas, que se abrazaran. En el  abrazo, duradero, tenían los ojos cerrados y el rostro sereno. Eran abrazos sinceros, a la par que tranquilos. ¡Qué buen rollo! Qué envidia me estaban dando! Me encantaría, algún día, poder participar en algo así. Me pareció una  preciosa experiencia de sanación.

Muchas mañanas mi hija de 4 años y sus compañeros son recibidos por su maestro con un ABRAZO. ¡Qué manera tan entrañable de comenzar la jornada escolar! Yo siento a mi hija más cariñosa. No sé si estos abrazos tendrán algo que ver o no. Pero, en cualquier caso, ¿qué mejor aprendizaje que desde el mundo de las emociones?

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