Llegó con su vestido azul, su larga melena rizada recogida, su sonrisa y un: "soy la nueva maestra". Después llegaron las medallas, algunas fichas de más y algunas (yo la primera) pusimos el grito en el cielo. Pero después vimos su manera de mediar en los conflictos, su escucha tranquila a cada uno de los niños, su dedicación ampliando su jornada laboral por la mañana y por la tarde, su forma cariñosa de hablar con los niños, fueran de su aula o no... Poco a poco se fue impregnando y empapando por el espíritu del cole. Ahora tiene que marchar, y se va una Isa envuelta en cariño y en una forma diferente de hacer escuela.
Gracias Isa, por todo el amor y respeto con el que has acompañado a nuestros niños.
Ánimo maestra! Continúa dando a luz a esa maestra que has ido gestando. La escuela pública necesita de maestras como tú.
Y como homenaje dejo la foto de una de sus propuestas con la que tanto nos divertimos grandes y pequeños.
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